Wednesday, January 03, 2007

Nuevo año… ¿pero todo sigue igual?

Nuevo año, nuevos sueños, nuevas promesas, nuevas tragedias, nuevo de todo. Pero al final son ocurrencias de nuestras vidas que no importan el día, hora u ocasión, todo puede pasar.

El marco de tiempo que define el año 2006 estuvo lleno de protagonistas deportistas, políticos, criminales, artísticos, etc. acaparando la atención del mundo. Como todos los fin de años se hace un recuento de lo bueno, lo malo y horrible sobre eventos y las personas que influenciaron nuestras vidas que irónicamente no conocemos.

Pasa el recuento y los recuerdos de todo lo del año y de repente nos damos cuenta, “hey y que hay de nosotros”. Así, por un momento olvidamos todo al mundo y nos concentramos en “yo” el centro de universo, en nuestras metas para el nuevo año, que por marzo se pierden en el olvido, igual que los caminos y nuestros amores. Nos hacemos tantas metas y promesas que pareciera que fuéramos políticos tratando de ganar nuestro propio voto. Y aparentemente con la creciente población de individuos con síndromes de déficit de atención (hoy en días la mitad de las personas tienen algún déficit de atención) se repite y repite mas este fenómeno de olvidar las metas y substituirla por problemas insignificantes como: que voy a ponerme hoy, me dejo mi novio o novia, no baje mis 5 libras, deudas espantosas de tarjeta de crédito, nuevos gritos de la moda, el precio del combustible, la selección de mi país, el ultimo escándalo de un presidente, etc. Ósea todo aquello que nos acapara atención y que es noticia, sea de dominio público o de nuestras vidas personales.

Puedo hacer un recuento de todo lo importante que paso, las tendencias que los expertos concluyen, presentando mi opinión sobre algunos temas (aclaro yo no soy un experto, solo tengo un punto de vista mió y solo mió) puedo tratar de predecir las finanzas, innovaciones tecnológicas, etc. Pero en realidad son trivialidades, que carecen de sustancia humana y el valor incomparable de nuestras vivencias y experiencias, que en contraste, no son triviales. Se puede discutir la trivialidad del desarrollo de una tecnología o implementación masiva de una idea o prototipo que cambia nuestro vivir diario, como seria Internet inalámbrica gratis en toda una ciudad, la implementación exitosa de biodisel en Honduras, un virus que provoco la congestión del Internet por 34 minutos o cualquier evento deportivo mundial o de atención mundial.

Nuestras vivencias, que superan a los fenómenos de atención mundial, son pequeñeces muy densas en materia humana y no globos inmensos llenos de aire. Es difícil darse cuenta de lo simplemente bello y de valor imaginable que tiene estos eventos y experiencias: otro año que un matrimonio siguió juntos con sus hijos, otro año que sus hijos siguen firmes en no consumir drogas, otro año donde una madre soltera saca adelante a sus hijos, otro año donde una persona prefirió ayudar mensualmente a un necesitado (económico y emocional) en vez de gastar mensualmente ese dinero en mudadas de ropa sobrevaluadas para estar al “grito de la moda (y por cierto porque pagar por algo que solo dura el tiempo de un grito)”, la euforia por los niños que no murieron de una simple gripe o diarrea, incluso de niños también aprendieron a leer, escribir o utilizar una computadora.

Pero no todo es color de rosa, engrandecimiento de supuestas tragedias como perder una final de un evento deportivo, no ver un programa de televisión favorito, manchar nuestra camisa favorita, el fin de un noviazgo, bancarrota de una empresa (aunque esta ultima puede estar a discusión) no se comparan a sucesos como abortos innecesarios se pudieron prevenir, cuantos se dejo de aprender por estar jugando video juegos, ver MTV o hablar por teléfono, cuantos animales fueron brutalmente masacrados. Sumándole a las personas inocentes que fueron brutalmente asesinados o que sufrieron del hambre, el frió, la pobreza emocional, los suicidios…

Allí esta lo importante, eso es lo que se debe celebrar, llorar y sufrir, lo que ocurren en nuestras vidas, en nuestras familias, en nuestras relaciones mas intimas. Cuesta darse cuenta de que “no todo lo que brilla es oro” y que la leche derramada no merece ni una lagrima o robarnos una sonrisa. Al final puede ser que solo sean palabras escritas para llenar un blog, o son el resultado de extensiva meditación, incluso una rafa de pensamientos en un trance ideológico. No importa que sea esto, lo que si es importante es que sin interesar la hora, el día, el evento, debemos reflexionar continuamente y no perder el enfoque de que es trascendental y que importancia se le debe dar. Y lo difícil esta en no consumirnos y convertir nuestra vida en una vida llena de trivialidades de las cuales ni somos dueños, mas bien reflexionar y crear metas que progresivamente se convertirán en escalones de este “viaje” que llamamos vida.

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